IUSY 1st of May Statement

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1° of May

1° of May of 2020, a worker’s day finds us, this time without marches, demonstrations or commemorative lunches. COVID-19 has not only changed our routines, but it also exposed the inequalities of capitalism in times of multidimensional crisis such as those we are experiencing.

However, not only coronavirus kills but, above all, the neglect of our common goods, our public services, the ways of working of traditional, informal and care activities. Furthermore, it has intensified social and economic divisions, which could generate new cracks and political disappointment in many countries and regions.

Work´s conditions, as we knew them, are mutating, and that forces us to be more alert about the conditions in which workers are required to provide tasks. The pandemic we are going through is putting exorbitant pressure on low-paid workers who carry out small assignments, often linked to digital platforms, risking their health (even fatal).

This new time requires us to rethink answer to old problems. In countries with poor health care and a high proportion of informal economy, the alternative of immediate and direct aid for the basic security of the most vulnerable population appears as the most viable. However, in the latest financial crisis, those responsible (large banks and global players) were rescued with drastic state intervention, which did not prevent the excessive search for profits by these sectors. That background forces us to be extremely careful in the solutions we seek, if not, we will allow global capitalism, again, to overcome another crisis at the cost of social deterioration.

Even though the emergency will affect almost everyone in the world, regardless of age, income, or country, young people are likely to feel more pressure. Three out of four young people work in the informal economy, in agriculture or in cafes and restaurants, who cannot work from home. Many young people find themselves in unconventional, often poorly paid, forms of employment with irregular hours, poor job security and no social protection. Further, youth commonly work in sectors and industries that are particularly vulnerable to COVID-19 (sales, accommodation and food sectors).

After the coronavirus crisis, we must join efforts to build universal public structures, massive investment in infrastructure in health, care, education, social protection, basic services, and transportation. As well as labor standards, which can better respond to constant changes, providing respect and dignity, security and equal opportunities for workers.

This cross-border pandemic requires a coordinated global response. This 1° of May we strive to pay special attention to protect workers from the adverse effects of the crisis. Further, we should also do not lose sight of the inclusion and protection of those who work on the margins, those who hold non-traditional jobs, dependent self-employed workers with unstable income, hourly workers without activity and low-paid workers.

ES

Primero de mayo en un nuevo tiempo

Primero de mayo de 2020, un nuevo día del trabajador nos encuentra, esta vez sin marchas, manifestaciones ni almuerzos de conmemoración. El COVID-19 no solo ha modificado nuestras rutinas, sino que también desnudó las desigualdades del capitalismo en tiempos de crisis multidimensional como los que vivimos.

Sin embargo, no solo el coronavirus mata, sino sobre todo el descuido de nuestros bienes comunes, nuestros servicios públicos, las formas de trabajo de las actividades tradicionales, las informales y las del cuidado. Además, ha intensificado las divisiones sociales y económicas lo que podría generar nuevas grietas y decepción política en muchos países y regiones.

Todas las configuraciones del trabajo, tal como las conocíamos, están mutando, lo que nos obliga a estar más alerta sobre las condiciones en que las y los trabajadores son exigidos a prestar tareas. El estado de pandemia que estamos atravesando está imponiendo una presión exorbitante sobre las y los trabajadores mal remunerados que realizan pequeños encargos, a menudo vinculados a plataformas digitales, poniéndolos a riesgos (incluso mortales) para su salud.

Este nuevo tiempo, nos exige repensar respuestas a viejos problemas. En los países con una atención sanitaria deficiente y una elevada proporción de economía informal, aparece como lo más viable la alternativa de una ayuda inmediata y directa para la seguridad básica de la población más vulnerable. Sin embargo, en la última crisis financiera, los responsables (grandes bancos y actores globales) fueron rescatados con una drástica intervención estatal, que no impidió la búsqueda desmesurada de ganancias por dichos sectores. Lo dicho, nos obliga a ser extremadamente cuidadosos en las soluciones que buscamos, sino, nuevamente, permitiremos que el capitalismo global logre superar otra crisis a costa del deterioro social.

Si bien la emergencia afectará a casi todos en el mundo, independientemente de su edad, ingresos o país, es probable que los jóvenes sientan más presión. Tres de cada cuatro jóvenes trabajan en la economía informal, en la agricultura o en cafés y restaurantes, quienes no pueden obrar desde casa. Muchos jóvenes se encuentran en formas de empleo no convencionales, a menudo mal pagados, con horarios irregulares, poca seguridad laboral y ninguna protección social. A su vez, la juventud trabaja comúnmente en sectores e industrias que son particularmente vulnerables al COVID-19 (sectores de venta, alojamiento y alimentación).

Después de la crisis del coronavirus, debemos aunar esfuerzos por construir estructuras públicas universales, inversión masiva en infraestructura en salud, cuidado, educación, protección social, servicios básicos y transporte. Como así también, estándares laborales que puedan responder mejor a los constantes cambios, proporcionando respeto y dignidad, seguridad e igualdad de oportunidades de los y las trabajadores.

Esta pandemia transfronteriza, exige una respuesta mundial coordinada. Este 1 de mayo bregamos por prestar especial atención a proteger a los y las trabajadores de los efectos adversos de la crisis. Aunque también, no perder de miras la inclusión y protección de quienes trabajan en los márgenes, es decir, a quienes desempeñan empleos no tradicionales, cuentapropistas dependientes con ingresos inestables, trabajadores por hora sin actividad y trabajadores mal remunerados.